LO TUMBO
Hace unos años vimos por televisión un spot publicitario denominado
“pinturas de larga vida”, en la que uno de sus protagonistas gritó “lo tumbo”, perennizándose
a la fecha. Más de una década después, dicha frase ha vuelto a recobrar
vigencia, solo que esta vez no se trata de una casa a derrumbar, ni es una
campaña de marketing. Lo dijo Verónika Mendoza en un conversatorio en la
ciudad del Cusco, al lado de la polémica parlamentaria Sigrid Bazán, acusando a
la señora Dina Boluarte de ser un títere, para luego amenazarla con "no les voy a decir que
mañana vamos a tumbar al gobierno, no. Pero lo vamos a hacer, quizá nos tome un
poquito más de tiempo". Ante el rebote de sus
temerarias declaraciones, “La Vero” intentó minimizar sus expresiones dadas, matizándolas
como que “…. nos seguiremos movilizando para exigir justicia para las
víctimas, para frenar a los mafiosos y recuperar la democracia”.
No es la primera vez -y asumo que no será la última-
que la señora Mendoza Frisch critica abiertamente al gobierno de doña Boluarte Zegarra. A
inicio de mayo pasado, la responsabilizó junto al Premier Alberto Otárola de
las 60 muertes producidas por las manifestaciones en el sur del país, agregando
que “…tarde o temprano terminarán en la cárcel”. Eso sí, ninguna condena
a los violentistas que ocasionaron el fallecimiento de policías y militares,
sin contar a los cientos de heridos, varios de ellos con secuelas permanentes.
Similar comportamiento lo tuvo con Pedro Pablo Kuczynski. En mayo
de 2016, ad portas de la segunda vuelta electoral, invitó a sus simpatizantes a
apoyarlo, en evidente disgusto con la contrincante y lideresa de Fuerza
Popular, Keiko Fujimori. Más aún, ganada la Presidencia de la República,
mostró
su simpatía a que la bancada de PPK presida la Mesa Directiva del Congreso. Sin embargo, esos
buenos deseos pronto aterrizaron. En julio del año siguiente, manifestó no
haber tenido grandes expectativas con relación a ese gobierno, al ser una política de continuidad del modelo
neoliberal la que debilita nuestra economía. Radicalizando su postura el 21 de
marzo de 2018 (el mismo día de la renuncia) para exigir la vacancia del
entonces mandatario. Camaleónica como ella sola.
Pero
esa misma actitud, intransigente y hasta obsesionada (como en el caso de la señora
Fujimori Higuchi), no la tuvo con otros expresidentes. A más de un mes de haber
aterrizado -forzadamente- en Lima y recluido en Barbadillo acusado por
delitos de corrupción (haber presuntamente recibido coima de US$ 35 millones),
la eterna candidata de izquierda sencillamente no ha opinado sobre Alejandro
Toledo. Ni un solo tuit. Similar fue
el accionar con Pedro Castillo. De aquel infausto 7 de diciembre de
2022, cuestionó ligeramente el golpe de estado, sin dar mayores precisiones.
Entendible, luego de haberlo apoyado -también- en la segunda vuelta (y también
en contra de Keiko Fujimori), recomendándole a su vez personajes para colocarse
el fajín ministerial (Rosendo Serna en Educación, Pedro Francke en Economía y
Roberto Sánchez en Comercio Exterior).
Por todo ello, coincidimos con la legisladora Patricia Juárez al sostener que “…. tanto Mendoza Frisch como sus aliados en el Congreso (Nuevo Perú y Juntos por el Perú) han adoptado esta postura en contra de la Jefa de Estado debido a que perdieron el poder político que habían conseguido durante la gestión del expresidente Pedro Castillo”. Una símil posición adoptada por los caviares, aunque estos son más radicales.
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