EL ULTIMÁTUM
Habiendo
sido citado para el 4 del presente mes por parte de la Fiscalía de la Nación para
que rindiese su declaración en calidad de investigado, y luego de dimes y
diretes sobre el lugar a llevarse a cabo tal diligencia (abogado del Presidente
adujo que correspondía a Palacio de Gobierno, mientras que el Ministerio Público
refirió a su sede institucional), sorpresivamente Pedro Castillo Terrones
decidió acudir al llamado. Eso sí, no lo hizo solo, pues llevó además de sus
dos letrados, una portátil -dizque improvisada- que lo aguardaban a su
paso arengándolo fervorosamente hasta su destino en la cuadra 5 de la Avenida
Abancay. Y así como llegó, se fue: Rápido. Demasiado diríamos. La razón fue su
mutismo; es decir, el prosor hizo uso de esta figura jurídica para negarse
a responder a las diversas preguntas que le formularon. Ese mismo día, ante la sorpresiva
“renuncia” de Aníbal Torres Vásquez como Premier, el aún mandatario convocó
-vía redes sociales- a las fuerzas políticas para conformar un gabinete
de ancha base. Consciente que su mensaje no tuvo eco alguno, no le quedó otra
opción que “ratificar” en el cargo al incivil Torres, faltando el respeto a
todos los peruanos -nuevamente- en la designación de la censurada Betssy
Chávez Chino, en esta ocasión en la cartera de Cultura. Al mismo tiempo, el
Parlamento le negaba el permiso de viaje para asistir a la toma de mando presidencial
en Colombia. Fueron 67 votos los que hicieron esto posible. Opinable
decisión, aunque debe reconocerse que es una prerrogativa constitucional del
primer Poder del Estado.
Dos días después, conmemorando la gesta heroica de la Batalla de Junín, un desatendido Castillo Terrones pretendió reescribir nuestra historia republica al fustigar a los Congresistas que promueven su vacancia expresando "Las fuerzas patrióticas que el día de hoy están en el campo y en todo el país seguimos batallando contra esas fuerzas realistas que hoy se han convertido en golpistas de la verdadera democracia por la cual vamos a seguir luchando”, agregando estar dispuesto “por última vez” para generar consensos. De inmediato, Félix Chero, ministro de Justicia, pretendió minimizar dicha incorreción “Lo que él ha señalado es que está dispuesto a tener, a partir de esta nueva etapa, una agenda país, en coordinación con el Congreso”. Como suele decirse: “Sí cuñao”.
Lo cierto es que -más allá de las palabras- la actitud mostrada en los últimos días por parte de Castillo hacen ver un tanto más que una simple preocupación: ¡Está asustado!. Y tiene porqué. Como es bien sabido, la Fiscalía lo está cercando con los diversos delitos imputados (entre ellos por organización criminal liderada por él mismo) y hacia sus familiares más cercanos (esposa, sobrinos, cuñados, etc.) y allegados (a los que ya ni conoce y/o recuerda). Dos, el Parlamento, con sus defectos y en ocasiones horrores, cumple su rol de contrapeso político, y no solo por haberle negado su ansiada travesía a Bogotá, sino por las acrecentadas voces que exigen la defenestración del cargo (recientemente Alianza para el Progreso lo ha hecho). Y, tercero, sabe que estando fuera (sin manto de protección alguna), lo que sigue es la cárcel (detención preliminar o prisión preventiva. Amigos (con derechos) le quedan muy pocos; en cambio enemigos, cada día son más.
Este ultimátum puede convertirse en una suerte de boomerang para el precario inquilino de Palacio de Gobierno, puesto que debe cuidar no solo sus palabras (es el ciudadano más importante del país, toda vez que así reza en la Constitución al personificar a la Nación), sino además con quien o quienes sigue rodeándose. Esto último, estoy seguro que para este caballero será “oído sordo”.
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