PROHIBIDO CRITICAR
Todos quisiéramos en estos momentos
seguir con la cotidianeidad vivida antes del quince de marzo pasado. Sin
embargo, esta inesperada y temible pandemia nos hizo retroceder confinándonos en
nuestras casas, y teniendo que salir de ella en casos excepcionales (ir al
mercado) o motivos laborales (en servicios relacionados con la emergencia
sanitaria). Así lo entendimos y aceptamos, la gran mayoría.
El gobierno por su parte, lejos de cumplir
con la tarea de darnos la seguridad y tranquilidad necesaria, hace todo lo
contrario; vale decir, sigue improvisando con medidas populacheras dignas del
aplauso mediático pero sin eficacia alguna.
Sabemos que todo medida que limite o
restrinja derechos fundamentales debe ser motivada, máxime si viene desde el
propio Estado. En los últimos días, el gobierno ha extremado la restricción de
nuestra libertad de tránsito, al punto de encerrarnos totalmente en determinadas
fechas (domingo, y jueves y viernes santo), bajo el argumento que “hay gente que no cumple”. Más allá que
dicha explicación no es suficiente, la interrogante es ¿Qué se esconde bajo el
paraguas?.
Un primer punto es la poca
o nula información que el propio gobierno brinda. Diariamente, Vizcarra se
explaya antojadizamente en generalidades con su encasillado -nuevo- monólogo de “mi gobierno no escatimará esfuerzos…”, bla, bla, bla; mientras que
los periodistas presentes no tienen posibilidad de repreguntar (al mismo estilo
del Presidente del gobierno español, Pedro Sánchez). Ejemplo de ello
fue el anuncio de la entrega de canastas básicas a población vulnerable (pobreza
y extrema pobreza) a nivel nacional, provocando vitoreo, anunciando luego que la
compra y entrega de dichas canastas por un total de S/ 213 millones estarán a
cargo de los cerca de 2000 municipios, entre distritales y provinciales.
Titánica tarea de los entes edilicios.
En segundo lugar, el evidente temor a la
fiscalización del gasto público. Lo anticipó Nelson Shack cuestionando el
proyecto de ley (hoy ley) propuesto por el ejecutivo respecto del control
concurrente de gastos derivados del Covid-19. Además de presentarse serias irregularidades
en diversas adquisiciones: i) treinta y cinco ventiladores
mecánicos para pacientes críticos infectados por esta pandemia en el Hospital de Emergencia de Ate Vitarte por más de S/ 6
millones; y ii) guantes y alimentos por S/ 2 millones para la policía, aclarando
el Ministro Morán que no hubo perjuicio pues la orden de compra fue anulada, añadiendo
que “Vamos a ser drásticos en sancionar
cualquier acto de corrupción”. El propio Morán, luego del reportaje de un
medio periodístico que detallaba las pésimas condiciones de salubridad del hospital
de la policía donde a la fecha han fallecido 4 efectivos y otros 20 han
dado positivos de Covid-19, anunció -recién-
la compra de medicamentos y equipos de bioseguridad, asegurando que el nuevo
hospital estará listo a fines de este mes. Lejos de acallar las críticas a su
sector y al propio gobierno, Morán ha designado a la cesada ex-ministra de
Salud Elizabeth Hinostroza como su Asesora. Mérito a la incompetencia.
Como lo hemos señalado anteriormente en
este medio periodístico, el gobierno debería empezar por esbozar alguna
estrategia a aplicar una vez levantada la cuarentena, citando como ejemplo, contra
la delincuencia (el mismo Vizcarra ha dicho que ésta se ha reducido en esta
coyuntura hasta en 84%) o en el reordenamiento del sector de transportes (urbano
e interprovincial). No obstante ello, persiste en su estilo de confrontación a
sus opositores y de polarización entre nosotros (como cuando nos recuerda a
diario los miles de
detenidos por incumplir cuarentena, y que por culpa de ello estamos encerrados).
Coincidimos con Ignacio Camacho cuando
refiere “Estamos ante un momento decisivo
en el que la necesidad de combatir el virus se puede convertir en la
herramienta expansiva del populismo. Y en el que el miedo y la ansiedad por
dejar de estar recluidos nos pueden empujar a aceptar los expeditivos métodos
del totalitarismo chino” (ABC de España).
Vizcarra quiere callarnos para no
criticarlo por su pésima gestión gubernamental. Es nuestro derecho hacerlo y en
libertad. Pues, si la libertad tiene algún significado, es el del derecho a
decir a la gente lo que no quiere oír (George
Orwell).
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