VIZCARRA Y MARX
Nuestro
Presidente accidental Martín Vizcarra ha declarado desde Huánuco “Apostamos
por el diálogo y el entendimiento como forma para resolver las justas demandas
de la población. Somos un gobierno que cree en la inversión privada, pero
también en exigir el cumplimiento de las obligaciones, en proyectos con
responsabilidad social y respeto a medio ambiente, no por la fuerza, como pretenden algunos“ [1].
Esta histriónica
alocución del Mandatario se contradice -una
vez más- con los hechos suscitados recientemente con el enlutado proyecto
cuprífero Tía María, cuyos audios muestran al mismo señor Vizcarra azuzando a
las autoridades arequipeñas para complotar -y
de paso aniquilar- la licencia otorgada a Southern Perú, como efectivamente ocurrió días después con la suspensión por
120 días (entiéndase indefinida) por parte del Ministerio de Energía y Minas.
Es evidente que
el señor Vizcarra ha perdido totalmente el Principio de Autoridad (si es que
alguna vez lo tuvo) deponiendo las competencias y atribuciones que la
Constitución Política y la Ley le confieren como Presidente de la República (Carta
Política, Artículo 118°, Numeral 1: “Cumplir y hacer cumplir la Constitución y los
tratados, leyes y demás disposiciones legales”, en correspondencia con la Ley
Orgánica del Poder Ejecutivo, Artículo 8°, Literal m: “Adoptar las medidas necesarias para la defensa de la
República, de la integridad del territorio y de la soberanía del Estado”), trayendo como consecuencia ineludible la radicalización
en las protestas a nivel nacional producto de los conflictos sociales existentes
(la Defensoría del Pueblo da cuenta al mes de junio pasado de 178 conflictos
sociales: 130 activos y 48 latentes [2]), amén del creciente temor tanto de la población ante
la inseguridad provocada, como de los funcionarios gubernamentales (estos
últimos azorados al firmar autorizaciones de licencias o permisos, que luego
podrían ser revocados por sus superiores inmotivadamente). Agregar las protestas
iniciadas contra el proyecto minero de Quellaveco en Moquegua, así como la
propuesta del Gobernador Regional Zenón Cuevas que las empresas eléctricas
paguen un impuesto adicional de 10% sobre las utilidades [3].
Sin embargo,
esta temeraria actitud mostrada por el señor Vizcarra denota honda preocupación
y serio malestar por las consecuencias económicas que estamos padeciendo: El Ministro
de Economía y Finanzas dio a conocer que las protestas contra el proyecto
minero Tía María han suscitado la pérdida de S/. 250 millones, equivalente al
0.4% del PBI nacional mensual [4]; ProInversión anunció que de los proyectos que tenía a inicios de año por US$
2,466 millones, ahora se ajustan a US$ 841 millones [5]; en el mes
anterior, la inversión pública superó los S/. 2,622 millones, bastante menos
que los S/. 2,802 millones de un año atrás, significando una caída nominal de
6.41% [6]; y la agencia calificadora Moody’s redujo de 3.7% a 3.2% la proyección de
crecimiento económico para el 2019.
En resumen, precariedad institucional del gobierno en la
gestión pública, mientras el señor Vizcarra vive con el aplausometro de la
calle, las encuestadocracias, prensa palaciega, ufanando al seguir mostrándose como
el más poderoso del país (aunque Keiko -a
pesar de las circunstancias que le toca vivir- aparece como la mujer más poderosa
[7]),
ofreciendo cosas que irremediablemente no podrá cumplirlas, únicamente por su
incapacidad para ejecutarlas.
Marx,
(Groucho, no Karl) acuñó “Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros”. Frase
enteramente aplicada al desempeño del propio Vizcarra.
OTROSI DIGO: Marx (este sí, Karl) dijo "La historia ocurre dos veces: la primera vez
como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa". En nuestra realidad: Un gran tragedia con
Ollanta Humala (Sí, el de la Gran Transformación!!!!), y luego una gran farsa
con PPK primero (el antivoto a la señora Fujimori primó en su elección) y hoy
con el señor Vizcarra, asumiendo todos los peruanos estos gruesos errores de la
historia.
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