MONSEÑOR PEDRO BARRETO, LOS CATÓLICOS LO NECESITAMOS COMO CARDENAL NO COMO POLÍTICO

Y lo volvió a hacer. Aníbal Torres Vásquez arremetió -esta vez- contra el Cardenal Pedro Ricardo Barreto Jimeno, tildándolo de MISERABLE. Hace unos días, el lenguaraz Presidente del Consejo de Ministros, ante una audiencia convocada precipitadamente en “La Incontrastable” exaltó la figura del mayor genocida conocido en los últimos tiempos, Adolfo Hitler.

¿Qué provocó la iracunda reacción de Torres Vásquez en contra del prelado?. Es harto conocido que el actual mandatario no se rodea de gente capaz; es decir, personas de las que pueda (o deba) recibir consejos, asesorías, opiniones, etc. Por el contrario, siendo un personaje que saltó a la palestra en el 2017 como reaccionario frente al Estado, no es difícil darse cuenta que por naturaleza desconfía de todo. O casi. Su círculo íntimo está compuesto por gente que piensa como él; vale decir, con bastantes limitaciones. Aquellos que creen que el Estado es un botín, que no ganaron las elecciones presidenciales, sino la lotería. No gestionan, sino gastan, a mansalva, hasta literalmente “rascar la olla”, sin importar si en el camino se cumple o no la ley. En buena cuenta, una mezcla de entusiastas y temerarios personajes.

Así, tampoco hay que ser erudito para arribar a la conclusión que el comportamiento del actual Premier es similar, o acaso peor. Limitarse a hacer las cosas correctamente (como debiera corresponder, más si se trata de administrar los recursos de todos los peruanos) significaría ser expectorado del cargo. E ahí su actuar mezquino, prepotente, iracundo, blasfemo, etc.

Sin embargo, ante la oleada de críticas por el nefasto toque de queda impuesto el 5 de abril último, fue responsabilizado de tal desmadre. Sin reflejos, paralelamente apareció en la escena política el Arzobispo de Huancayo.

Aunque el Perú es un Estado laico, somos en la práctica mayoritariamente católicos. Si el máximo representante de nuestro Señor en el país acepta no solo haberse reunido con Castillo (hasta en 2 oportunidades) sino que además afirmase que éste hará cambios en el gabinete, incluyendo al Premier, es lógico suponer que Torres Vásquez iba a literalmente “saltarle al cuello” en cualquier momento. La incomodidad de la Conferencia Episcopal es evidente y comprensible, aunque más incómodo fue presenciar en esos aciagos días (previos a la Semana Santa) al Presidente de la Red Eclesial Panamazónica pasearse antojadizamente por los interiores de Palacio, convirtiéndose de facto en el nuevo “vocero” del profesor.

Un añejo refrán reza “cría cuervos y te sacarán los ojos”. Eso es exactamente lo que le ocurrió a Don Pedro Barreto. Este moribundo gobierno hace -y seguirá haciendo- vanos y vagos intentos para conservar el poder. Son, por tanto, capaces de todo cuanto esté (y no) al alcance para lograrlo. Y eso debió ser conocido de antemano por el Cardenal.

Entonces, ¿por qué lo hizo?. Difícil saberlo. Lo que sí es que en la siempre complicada relación de poder entre Estado-Iglesia, esta última está obligada (muy por encima de la primera) a mantener ABSOLUTA neutralidad en los asuntos de gobierno; salvo que resulte evidente la vulneración de derechos fundamentales, sean individuales o como sociedad.

Por ello, Señor Pedro Barreto manténgase alejado de la política, más si se trata de Castillo. En contraposición, acérquese un tanto más a la iglesia. Es un pedido no solo como feligrés (no practicante, lo reconozco) sino como ciudadano peruano que siente y cree en la importancia de la FE como parte de la vida; máxime en estas lamentables circunstancias que nos toca padecer por irresponsabilidad del propio gobierno que hasta hoy usted fervorosamente aúpa.

Al final de cuentas señor Cardenal, la Iglesia que usted representa somos todos los peruanos. O casi todos.

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