PEDRO CASTILLO Y EL INELUDIBLE CAMINO DE LA VACANCIA

La reciente renuncia forzada de Bruno Pacheco a la Secretaría General del Despacho Presidencial es el resultado de los múltiples escándalos de corrupción que viene acompañando la endeble gestión del actual mandatario, Pedro Castillo Terrones. Días atrás, los ex-Comandantes Generales del Ejército y de la FAP, pasados inmotivadamente a la situación de retiro luego de apenas tres meses en el cargo, denunciaron haber recibido presiones de Walter Ayala (entonces titular de Defensa) y Pacheco para ascender irregularmente a Oficiales que no cumplían con los requisitos exigidos en la ley. Más de una semana después de incertidumbre, Ayala se vio obligado a dimitir al puesto, siendo reemplazado por el defenestrado del sector Interior, Juan Carrasco Millones. En paralelo, se denunció que el propio Pacheco intentó -afortunadamente en vano- presionar al Jefe de la SUNAT para que favoreciera a allegados en litigios pendientes ante dicha entidad. Pero nada de eso era suficiente para que el profesor Castillo lo apartase de su entorno. Hasta que llegó la sorpresiva propuesta desde el Parlamento: la Tercera Vicepresidente, Patricia Chirinos, planteó la Moción de Vacancia.

Más allá de las reacciones suscitadas, a favor o en contra, o que “sí es conveniente pero no ahora”, surge la interrogante: ¿Qué tan viable es que en algún momento prospere la vacancia de Castillo?. Recordemos que el actual inquilino de Palacio de Gobierno tiene poco más de 100 días en el cargo. En ese tiempo ostenta el récord nacional y sudamericano de cambiar de ministro cada 11 días. Su primer gabinete, armado en el camino, tuvo una muy temprana baja: Héctor Béjar, exguerrillero, no supo explicar la afrenta hecha en el pasado contra la Marina de Guerra del Perú. Bellido, por su parte, se desgastó precipitadamente al frente de la PCM, sucediéndole doña Mirtha Vásquez, quién también enfrentó su primer -aunque no el único ni el último- escollo: Luis Barranzuela tuvo que abandonar el ejecutivo a raíz de la denominada “Juerga de Halloween” del pasado 31 de octubre. Y la lista continúa.

En resumen, Pedro Castillo no tiene equipo de gobierno. Es más, tampoco le interesa conformar uno. Mantiene a la señora Vásquez por una suerte de cálculo político; es decir, para tener “a raya” a la caviarada. Ella no lidera, no gestiona, ni da órdenes, y si lo hace, no encuentra eco (ahí está el Oficio, sin respuesta, enviado a Juan Silva pidiéndole explicaciones por la salida de la entonces Jefe de SUTRAN).

Por ello, el grupo de ministros pueden a su vez dividirse en dos: En el primero, están los que no saben donde andan parados (o sentados), entre ellos Gallardo en Educación, el propio Silva en Transportes, y el recientemente reincorporado Carrasco. Y en el segundo, aquellos que sabiendo (por conocimiento y/o experiencia académica y profesional) cometen intencionalmente errores (término bastante indulgente), como Aníbal Torres Vásquez y Pedro Francke, de Justicia y Economía, respectivamente. En las últimas 48 horas, se ha denunciado que familiares cercanos de ambos ministros han contratado con el Estado, a pesar de existir una conducta prohibitiva en la norma (Ley de Contrataciones del Estado). Sobre este punto, en el ámbito jurídico tenemos por un lado que el principio de legalidad garantiza que todos los funcionarios públicos deben actuar con respeto a la Constitución, la Ley y del derecho, dentro de las facultades atribuidas, concordante con el principio que reza “el incumplimiento de la ley no exime de responsabilidad”. En este caso, más allá de las disculpas públicas ofrecidas (solo de Francke), persiste la responsabilidad a asumir, y de manera inmediata: La Política. Y eso tiene un solo significado: La RENUNCIA. 

Pero no lo harán, al menos no de inmediato. Seguirán los pasos dados por Barranzuela, Ayala, y Pacheco, esto es alargarán la salida lo más que puedan, y eso desgastará más no solo al gobierno (para Mirtha Vásquez a estas alturas es como si fuese una “raya más al tigre”), sino a la figura presidencial, restándole la mínima credibilidad que debe tener Castillo ante un determinado sector de la población.

Por lo tanto, poner fecha exacta sería caer en la improvisación, y eso no debe suceder. Lo que sí, es la evidente caída de Castillo que conllevará al ineludible camino a su vacancia. Lo promueva Chirinos u otro Parlamentario.

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