GOBIERNO VACUO, EL PERÚ PARALIZADO

Vizcarra volvió a ampliar el toque de queda desde las 6 pm hasta las 5 am del día siguiente (salvo en Tumbes, Piura, Lambayeque, La Libertad y Loreto que empezará a regir dos horas antes). Días atrás, había ampliado el estado de emergencia sanitaria hasta el 12 de abril próximo, manteniendo el toque de queda desde las 8 pm hasta las 5 am del día posterior.


Es cierto que, hasta la fecha tenemos novecientos cincuenta infectados y veinticuatro fallecidos por el Covid-19, y que lamentablemente lo más probable es que ambas cifras vayan en aumento. Pero, con todo ello ¿era necesaria la ampliación de la cuarentena y más aún el toque de queda?.

Los alabarderos palaciegos (por candidez o interés) respaldan fervorosamente esta medida, haciéndonos reflexionar -aun a punta de pistola como lo dijo el General EP Astudillo- sobre la necesidad de cumplir estrictamente con la cuarentena por “el bien de todos nosotros”.

Pero, como no todo en la vida es color de rosa, habemos quienes desde una perspectiva distinta expresamos nuestras críticas al gobierno, no tanto por la urgente necesidad de contrarrestar y aplacar esta pandemia, sino por la incuria en la toma de decisiones por parte de Vizcarra en la conducción del destino de nuestra patria.

Sabemos que este mortal virus se hizo conocido a nivel mundial en los primeros días del pasado mes de enero, y que el gobierno reaccionó recién el 15 de marzo. En todo ese tiempo, Vizcarra anduvo abocado a las elecciones complementarias al Congreso (26 de enero de 2020), ilustrándonos sobre “por quien no votar”. Siguió además con su discurso monotemático de “lucha frontal contra la corrupción”, el mismo que casi se llevó a dos de sus ministros (Barrios y Lozada, de Producción y de Transportes y Comunicaciones, respectivamente). Solo entonces, decidió “hacerse cargo de la situación” y aisló al país tanto fuera como dentro. Un nuevo lema quizá sea “todos encerrados, ningún contagiado”.

Vizcarra es un personaje netamente táctico; es decir, utiliza con bastante astucia el lenguaje de masas, transmitiendo el sentir de la población (si lo que llama “el pueblo” está contento, comparte su algarabía, y si está enojado también). Es por tanto, emotivo. Sin embargo, para dirigir un país, más aún complejo como el nuestro, ello no es suficiente, pues se requiere ESTRATEGIAS.

Setenta y cinco días tuvo, tiempo más que suficiente, no para construir (o reconstruir) la alicaída infraestructura hospitalaria, o contratar más personal de salud, o adquirir a mansalva medicamentos, sino para vislumbrar una estrategia precisamente sobre dos frentes: Salud, para contrarrestar los nocivos efectos de la pandemia, evitando lacerar a la población con muertes o efectos secundarios dolorosos; y en lo Económico, cuanto se invertirá, por cuanto tiempo, qué hacer con las personas directa o indirectamente afectadas, sean trabajadores formales o no, así como acciones frente a la población vulnerable, esto es pobreza y extrema pobreza. Nada de esto hizo, por el contrario nos aisló más todavía con el toque de queda, y otorgando a cuenta gotas (acorde al clamor popular traducido en los áulicos medios de prensa) subvenciones sin retorno a la caja fiscal. Chorreo a discreción.

Europa y EEUU avanza a un ritmo acelerado para encontrar la vacuna a este flagelo mundial, pero una terrible recesión está en ciernes, peor aún que la crisis del 2008, “…. y el reto hoy de la letanía de autoridades económicas -Gobiernos, bancos centrales, FMI, Banco Mundial, G20, G7- es evitar que ese batacazo acotado en el tiempo se transforme en algo más: en una Gran Depresión, como en los años treinta del siglo pasado… (Sic)… Evitar, en definitiva, un cortocircuito en el sistema productivo que estrangule el crecimiento por años y no por meses“ (ABC, 28.03.2020). Nuestro país no es ajena a esta coyuntura internacional, y ya hablamos de un crecimiento entre -3% a -5%.

Como bien ha señalado Iván Duque (Presidente de Colombia), “esto no va a durar hasta el 13 de abril, después nos toca convivir con el virus”. Por ende, sigamos protegiendo nuestra salud del Covid-19, y no tener que lamentar una muerte más, pero si no impulsamos el aparato productivo no habrá dinero para seguir combatiendo este flagelo y oras enfermedades que nos arrastran desde hace algunos años (dengue). Vizcarra, decretando un mayor aislamiento social, pretende acallar voces críticas a su nefasta gestión de gobierno. No le interesamos, en absoluto. Estemos no solo atentos, sino vigilantes de nuestros derechos y libertades, entre ellas el de mantener una sana y real economía social de mercado asequible para todos nosotros.

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