KOBE Y VILLA EL SALVADOR
Nos
preparábamos para asistir a sufragar en las Elecciones Complementarias del
Congreso de la República (26.01.2020), cuando una lamentable noticia sacudió el
mundo del deporte: Kobe Bryant, mítica estrella de la NBA, ganador de cinco
anillos en los veinte años que jugó en los Ángeles Lakers, falleció junto a su hija de trece años, Gianna, y otras siete personas en un accidente aéreo
en las lejanas colinas de Calabasas de los Ángeles, EEUU. Inmediatamente
llegaron condolencias de todas partes del mundo, incluyendo de POTUS, a la vez
que las autoridades iniciaron las investigaciones para dar con la causa del
siniestro del helicóptero Sikorsky S-76B, que
presumiblemente se debió al mal clima reinante (escaza visibilidad en la zona).
En nuestra
capital, tres días antes una nueva tragedia enlutó al país. Un camión que
transportaba GLP chocó, provocando un dantesco incendio y ocasionando la muerte
de 23 personas y decenas de heridos. De estos últimos, poco o nada sabemos del estado
clínico; es decir, si vienen recibiendo la atención médica y soporte emocional
necesarios para poder afrontar este terrible momento. Como sociedad, la ayuda
humanitaria no se ha hecho esperar y lo más probable -como todos esperamos- es que continuará. Las muestras de
solidaridad de los peruanos -más aun en situaciones
como estas- es encomiable, somos uno solo.
Sin embargo, surgen
tres interrogantes de especial relevancia: ¿Qué fue lo que realmente sucedió?; ¿Hasta
dónde llega la cadena de responsabilidades?; y ¿Qué acciones se efectuarán para
que lo ocurrido no vuelvan jamás a pasar?.
A la primera
pregunta, la investigación policial preliminar determinó que el referido camión
no era adecuado para el transporte de gas (fue modificado, pues originalmente
era camión de carrocería), además de no contar las válvulas con plataforma de
protección, aunado al evidente desnivel de la pista donde aconteció la fatalidad
(La República, 26.01.2020). Por su
parte, OSINERGMIN -cuyo Presidente del
Directorio acaba de renunciar- anunció que “supervisará de manera especial la
totalidad de los vehículos inscritos en el Registro de Hidrocarburos como
distribuidores de GLP a granel a nivel
nacional” (América TV, 04.02.2020). Y, en esa
misma línea, el gobierno del señor Vizcarra acaba de publicar el Decreto
Supremo N° 011-2020-PCM, declarando en emergencia la zona del siniestro por
sesenta días, especificándose que es “para
la ejecución de medidas y acciones de excepción, inmediatas y necesarias, de
respuesta y rehabilitación que correspondan”. Recién.
Respecto
de la segunda interrogante, es evidente que la Fiscalía y el Poder Judicial
(otrora organismos constitucionalmente autónomos) se tomarán “todo el tiempo que les ofrece la vida”
para investigar y determinar responsabilidades, las mismas que recaerán
probablemente en algún ex-funcionario de menor rango.
Y,
con relación a la tercera pregunta, digámoslo enfáticamente que nuestra sociedad
está acostumbrada -y mal- a que producida
una calamidad, al poco tiempo demos “vuelta
de página” tal cual no hubiese sucedido nada. Ejemplos nos sobran: El 2 de
enero de 2018, un bus interprovincial se volcó a la altura del serpentín del
Pasamayo cobrándose la vida de 52 personas y dejando varios heridos. Meses
antes, exactamente el 9 de julio de 2017, la empresa Green Bus se precipitó aparatosamente
en la ruta turística en el Cerro San Cristóbal del distrito del Rímac, llevándose
10 vidas y más de 30 heridos. No pasó mucho tiempo y nuevamente ha vuelto a
ofrecerse paquetes turísticos en esa misma ruta.
El
historiador Jorge Basadre dijo alguna vez “El
Perú es más grande que sus problemas”. Es cierto, lo hemos demostrado -y seguiremos haciéndolo- en innumerables
oportunidades. Aunque también sea ya el momento no solo de solucionar problemas
sino además de anticiparnos a hechos que sabemos que podrían traernos
consecuencias fatales.
Kobe
se fue, y junto a él su pequeña hija y siete personas más. Muy triste, aunque es
seguro que el gobierno norteamericano adoptará medidas de prevención para que
este tipo de accidentes -o similares-
no vuelvan a suceder. En tanto, en nuestro país debemos esperar que otra
tragedia igual -o peor aún- desgarre nuevamente
nuestros hogares y acabemos preguntándonos ¿hasta cuándo?, o quizá ¿Cuánto más
debemos soportar estas desgracias?.
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