UNAS DEL CAL, OTRA DE ARENA
SORPRESA,
INDIGNACIÓN Y SOSPECHA. Lo primero, desde hace unos años las elecciones
para la Junta Directiva del Ilustre Colegio de Abogados de Lima se realizan
fuera de su local institucional, principalmente en centros educativos con gran
capacidad (aforo). Así fue precisamente la penúltima elección (2017) en la que
resultó ganadora -en segunda vuelta- la
actual decana María Elena Portocarrero. Esta vez no tuvo por qué ser diferente.
Sin embargo, sorprendió que la Junta Directiva -u órgano encargado- no hubiere tomado las debidas precauciones para
la reciente justa electoral llevada a cabo en el Colegio Guadalupe, en la que participamos
cerca de 67800 agremiados para elegir entre once candidatos al decanato; máxime
si un día antes, la Oficina Nacional de
Procesos Electorales (ONPE) comunicó su no participación debido
a anomalías presentadas con relación al Comité Electoral del CAL.
Indignación por el caos generalizado y sufrido por
todos los votantes presentes, representando ello un maltrato innecesario hacia
todos los abogados participantes o no. Como bien refiere La República (01.12.2019): “…
(Sic)..., la
falta de mesas de votación, la demora en iniciar el proceso, el desorden en los
exteriores por las portátiles de los candidatos, la apertura de una sola
puerta, y el exceso de publicidad en la entrada”.
Horas después, y como si se tratara de una simple espectadora, la lacónica
respuesta de la señora Portocarrero al mismo diario: “Habían cajas forradas en ánforas en plástico. Y hay cuestionamientos
por las cédulas. O también porque el local no tenía la dimensión suficiente. Y
hay videos (difundidos) que son muy tristes que han sido expuestos por los
abogados. A las 11 a.m. no estaban abiertas las mesas de votación. Hay una gran
diversidad de cuestionamientos. Yo acudí por la tarde y evidencié el malestar
que sufrimos todos. Pero esto es responsabilidad absoluta del Comité. (...) Se
aconsejó que sea virtual”. Penosa realidad vivida.
Y,
si todo ello no fuera suficiente, resulta sospechoso que este fárrago eleccionario
afectase directamente a uno de los candidatos con mejor opción al Decanato, el
ex-Juez Supremo Javier Villa Stein. Más allá de las simpatías (o no) al señor Villa
Stein, lo cierto es que se trata de una figura política incómoda a los
intereses del señor Vizcarra. En sus propias palabras: “El Gobierno no quiere que yo ocupe esa posición, necesitarían una
figura más dócil, más tibia. Yo soy conocido por ser más independiente. Después
de un amplio escrutinio, mi personero me informó que nuestra candidatura ha
sido respaldada ampliamente en todas y cada una de las 105 mesas del proceso”,
agregando “El colegio es un organismo
político. Es la opinión jurídica oficial del Perú y en estos momentos que no
hay Congreso, no hay ONPE, ni radio, ni televisión, porque han intervenido el
Instituto Nacional de Radio y Televisión del Perú (IRTP), quieren tomar el CAL,
y eso no lo permitiría” (Expreso,
02.12.2019). Verdad o no lo dicho por el señor Villa Stein, no es extraña la
intromisión del gobierno de facto en todas aquellas instituciones (públicas y/o
privadas) que les resulte irritante para sus propios intereses (Vg. CONFIEP).
De
manera no oficial, la Asamblea del CAL se
reunirá el próximo 6 de los corrientes para evaluar la nulidad de las
elecciones pasadas. De ser así (Nulo el acto electoral), deberá convocarse en
el más breve plazo a una nueva elección, esperando que esta vez -y en adelante- la misma tenga la
solemnidad que una ORDEN BICENTENARIA como
el Ilustre Colegio de Abogados de Lima se lo merece. Hagamos votos para que
esto ocurra.
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