DOS MÁS Y NOS VAMOS
Freddy Díaz Monago, Congresista
suspendido por 120 días por presuntamente haber violado a una joven en su oficina,
declaró que el mismo día del execrable hecho estuvo libando licor junto con nueve
colegas en las instalaciones del Parlamento. Raudamente, algunos de los citados
negaron tal versión, otros en cambio lo minimizaron aduciendo que se trató de
un simple brindis por la designación de doña Lady Camones como Presidente de
este poder del Estado. En redes sociales, una conocida periodista preguntó a
modo de cuestionamiento si se encontraba prohibido libar licor en las oficinas
del hemiciclo.
Durante el mandato del exPresidente de la República, Alán García Pérez, se aprobó el Decreto Supremo N° 012-2007-PCM prohibiendo la adquisición de cualquier tipo de bebidas de contenido alcohólico por parte de las entidades del Estado, con cargo a recursos públicos. Por ende, específicamente no está proscrita el ingerir bebidas alcohólicas en las oficinas de alguna entidad pública (independientemente que el nivel de Gobierno sea Nacional, Regional o Local).
Sin embargo, en el
caso puntual del Congreso de la República, la Constitución Política refiere que
los Legisladores representan a la Nación (Artículo 93°); mientras que su Reglamento
Interno expresa que los mismos deben mantener una conducta personal ejemplar,
de respeto mutuo y tolerancia, y observar las normas de cortesía de uso común y
las de disciplina parlamentaria (Artículo 23° Literal c).
En suma, se trata de la labor de representación.
Sobre esto último, en la Sentencia recaída en el Expediente N° 006-2017-PI,
el Tribunal Constitucional ha señalado que “… el
mandato parlamentario es un instrumento institucionalizado para la
representación política; un dispositivo técnico jurídico para la participación
indirecta de los ciudadanos en los asuntos públicos que permite la conversión
de la voluntad popular en voluntad del Estado. De allí que, si la
representación política es un compromiso entre estatalidad y democracia, el
mandato parlamentario es el instrumento político constitucional al servicio de
la representación misma”.
Esto explica, en cierto
modo, el reciente resultado de encuesta de opinión que sitúa al Parlamento con
un ínfimo 6.7% de aprobación. Una respuesta, rápida, de rutina y hasta de “premio
consuelo”, es que a nivel mundial dicha institución es impopular. Probablemente
sea así, aunque los peruanos no elegimos a TODOS, sino uno, uno solo, conformado
por 130 personas, quienes más allá de sus buenas intenciones, deben encontrar
puntos en común para recuperar la tan ansiada gobernabilidad que todos
anhelamos. Y
recobrar la confianza en la ciudadanía no solo es útil, sino necesaria.
Por ello, es
saludable la elección del señor General EP (r) José Williams Zapata,
héroe de la exitosa operación de rescate Chavín de Huántar, como nuevo
Presidente del Congreso. Confiamos en que por sus capacidades que lo anteceden,
estará a la altura de las circunstancias.
Pasemos la página,
dejemos de estar celebrando, haciendo brindis, obviemos el “dos más y nos
vamos”. No señores/señoras, no hay nada que celebrar. Por el contrario, hay
mucho de que preocuparse y atender. Y uno de ellos, sino la principal, es
pensar en la recuperación de la plena institucionalidad en el Perú. Y eso no es
ni será posible mientras siga en Palacio de Gobierno, el 7 veces investigado
por la Fiscalía de la Nación, Pedro Castillo Terrones.
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